martes, 2 de junio de 2009

La presumible noche buena

Que se abran envoltorios que contienen,
premios varios para los “ edad del pavo ”,
comeremos a quien lleva el mismo nombre,
para luego deleitar afortunados.
Los impúber que adolecen de deberes,
que excedan la enseñanza y el buen trato,
tan ilusos, siempre cenan apurados,
esperando al venidero meridiano.
Inocentes por creer que un hombre viejo,
premiará su aplicación en las tareas,
escolares, deportivas, de conducta,
por un buzo o una bici de tres ruedas.
Cuando la abuelita viuda se entristece,
por nostálgica y la muerte venidera,
mientras nietos, hijos, primos y hasta el gato,
se sumergen en el alma de la fiesta.
Se amedrenta acurrucado bajo un mueble,
el amigo más leal que el hombre tuvo,
con quejidos da a entender que no comprende
los estrépitos, las risas, los saludos.
Relucientes como nunca las vajillas,
para las comidas finas y caseras,
el mejor de los manteles liberado,
da un suspiro y se despliega en la madera.
La vergüenza tanto ajena como propia,
de quien ha sido olvidado en los obsequios.
¿ O se creen que porque uno llega a viejo
no merece un galardón en son de afecto ?
Cuando lloran noviecitas engañadas,
y la madres de los hijos que han viajado,
cuando el médico de guardia y el taxista,
no han dejado ni esa noche su trabajo.
JB - ?/?/06

lunes, 1 de junio de 2009

Las invasiones bárbaras

Si sonó el teléfono, si lo atendí,
alguien quiso verme, procedí

(se oían de fondo, en el living de la casa, las súplicas de un viejo agonizando)

Si me fui de casa a la medianoche.
Si volví de mediodía exhausto y anonadado

(El viejo ahora deliraba anestesiando los extremos ardores de su alma)

Si antes de salir pedí un deseo y afuera se cumplieron cientos de ellos

Ahora, otra vez cama adentro,
pongo play y duermo despierto

Abro un ojo, sufro.
Algo me hace pensar que ya no volverá a sonar.
Abro el otro, y cierro los dos juntos

Me despierto al fin, las invasiones bárbaras han terminado.
El viaje pasó tan rápido que sólo escribo lo que recuerdo de él

(El viejo murió tranquilo, intoxicado, pero con un sueño cumplido)

Ahora tengo yo un problema mayor,
si sonó el teléfono, si lo atendí,
si fui a buscarla y me llevó a su departamento

Si volví borracho al mediodía,
goteando lágrimas de ensueño
sin lograr desentrañar el jugo triste o placentero

Sin creer quizás que algo fue cierto

Desconcertante su abandono,
previsible este futuro,
fugaces (si es que existen) los milagros

Qué trágico abortar un hijo,
dejar al perro sin caricias de madre,
y a un padre sin orgullos de abuelo

Qué incómodo perder dos plazas,
deprimentes y suicidas los espejos,
qué sola está la casa sin el viejo

Oportunas las narices de analistas,
quienes pongan sus oídos a la venta,
en penosas confesiones de entrevista

La Cosmopolitan, los perfumes, las dietéticas,
la verborrágica barrial almacenera,
sin saberlo, perderán una clienta

Qué loco que anda suelto afuera,
el tiempo que lo cura todo,
no debe tener llaves de esta casa

Qué negra que quedó la tele,
la cinta resultó macabra,
qué triste que se ve la vida,
tras las invasiones bárbaras.

JB - ?/?/06