miércoles, 20 de abril de 2016

BOCETO DEL SER


Soy un ser que pudiendo ser otro ser, es de todos modos el ser que es, dado que le resultaría imposible desarrollar la triste empresa de ser un ser que represente a otro ser, o simplemente ser un ser que no sea el ser que es, es decir, un alterno ser, que como todo ser incontinuo o fantasma, por no sentir pertenecerse, tarde o temprano dejaría de ser para volver a dejarle el lugar al verdadero ser, que sí es el ser que es, y luego, pudiéndolo ver de este modo, también elije y quiere ser.

En cuanto a ese ser, es un intento de ordinario, aunque
improvisante ser, que suele respetar la existencia del otro ser, dada la exigencia de respeto al propio ser, dada la gracia del amor recibido, dadas las posibilidades de crear y de destruir y el conocimiento de lo consecuente como algo inevitable, responsabilizándose entonces el propio ser del recorte de todo lo asimilado que él considere oportuno, correcto o necesario, quién sabe, en relación alguna a su existencia.


Soy también un ser que puede convertirse en perro para el perro, al jugar con el ladrante ser. Esta condición es una que llena de orgullo a mi ser, al que hoy se le dio por recordar: es la abuela Irma quien observa cómo allí en el piso se divierten, por el año mil novecientos noventa y pico, Yeni, Ulices, y mi ser.

El ser que soy adhiere también a quienes propusieron que es beneficioso ser un buen ser, más allá de todo lo que pudiera lograrse oportunamente emulando o bien participando de un mal ser, considerando ésta dicotomía desde un convencimiento singular, sin la intención de hablar de Dios ni de #Cultura en relación al ser, como así tampoco del ser social en cuanto ser espiritualmente adoctrinado, mal llamado ser mascota.

Soy finalmente un ser que no pierde la esperanza de poder dejar de ser todo lo que intenta ser, para de una vez por todas, ser.

jueves, 31 de mayo de 2012

TREN




¿Podés localizar tu mambo o sos víctima de tu locura?

Le contagiaste un bostezo al perro y te acordaste que estaban vivos,se vienen fines de semana y temporadas con abrigo,y en algún vagón de un tren, donde todos o nadie han mentido,serás desde y por siempre tu único testigo.

¿Podrás entonces convivir con tu nariz prominente y tus irrefrenables palpitaciones ultraviolentas del autoboicot, intentando en algún campo verde con esperanza de canto de pájaro callar aquellas implacenteras melodías internas con algún otro tipo de ruido, y estar más fuerte que antes aunque más solo que el principito?

 
¿O pensás vivir como Olga que ya no sale de casa porque siente que la ven gorda y entonces no tiene sentido?

¿Y podrás luego o ahora y con esa nariz gigante darle una mano al amigo que se vende como un magnate y camina al borde de algún abismo,o al que profesa que su vida es caca porque no tiene lo "merecido", o al que humilla a los que no ladran y les señala también su ñata, ese rodwiller de doble filo que cuando llega tarde a su casa su mujer le pega dos gritos, que depositan desde y por siempre su tan varonil cola en la falda de la mama?

Podrás con tu gran tabique ponerle el pecho a las balas, sólo cuando que te des cuenta que un ojo, un diente, un vestido, una letra mal apoyada, si vos no querés que te hablen, simplemente no dicen nada.

Es probable que luego tu tren no vaya cada día hacia todo lo que haga falta, pero sólo dando algún paso, a tu tiempo, tu modo y tu gracia, podrás tocarle el timbre a Olga e invitarla a saltar por la plaza.

JB

lunes, 16 de abril de 2012

LOS POLLOS QUE COMEMOS



los pollos que comemos están adulterados,
como aquel hombre de traje 
que miró a los tres costados,
que conversó con la derecha,
también con los colorados,

que ató con hilos de chorizo
las aletas de un fino pescado.

como tu próximo matrimonio,
como el sueño del borracho,
como las papas envasadas
y nuestros años pasados.

como las almas del poeta
por el camino encantado
como el color del futbolista,
 como la tele y el diario

como la melancolía
del ladrón enmascarado,
como mis ganas de verla,
como su sueño frustrado.