lunes, 12 de julio de 2010

PAULINA Y EL CONEJO (combate mental uno)



Caminaron por la plaza (como casi nunca) a comprar alguna leche, unos cigarros y unos huevos. Llevaban puesta una sonrisa que altercaba su presencia en cada día, pero rara vez se ausentaba. Hablaron de lo que tenía que pasar más tarde y era costumbre que a diario esto suceda. Así creían trazar cada día, el utópico camino a una vida soportable.

En la despensa no hacía un minuto que esperaban su turno para ser atendidos, cuando un movimiento extraño que nadie comprendió en aquel lugar, desató la furia entre ambos: Paulina levantó gradualmente el tono de su voz increpando a su conejito de indias, hasta provocar el colapso eléctrico de la propietaria, que cruzó punzante su desatino y le advirtió – Jovencita, en mi almacén no se grita. El muchacho se disculpó por ambos, pagó sus cosas y salió a la calle, donde lo esperaba ansiosa para continuar su descargo. Fue una discusión breve y menguó la tensión para su suerte en unos pocos minutos.

Cuando entraban en un laberinto como aquel, embadurnado de ira, no sabían cuándo ni cómo saldrían, así que a veces, con mayor ilusión en salir airosos que triunfantes, (en un duelo que ya habían aprendido que no sería el último mientras se vieran las caras) y en simultáneo, cada uno de ellos concentraba su atención en cómo abandonar el lugar, restando importancia así a una posible victoria o derrota, cualquiera de ellas con una abundante salsa de remordimiento y cansancio. Incomparable cansancio.

Luego él recolocó el chip en su tobillo, ella activó el radar y se despidieron.

A la hora de la cena con su infalible puntualidad él regresó a casa. Allí lo esperaba dispuesta a compartir como siempre la ceremonia nocturna de una vida dedicada al combate. Había un pastel de papas en la mesa y un jugo de naranja que Paulina había construido con capacidad de madre. El y su amor se sentaron a comer con su novia.

Su amor era firme y omnipresente (según comentaba a sus conocidos), pero era en la noche y sobre todo al acostarse cuando el conejo más lo sentía. Paulina en cambio vivía cada instante con la misma intensidad, y aprovechaba cada cena para observar al conejo y relamerse por su eficacia.

El le contó haciéndose el convencido cómo encararía algún nuevo proyecto y Paulina le prometió acompañarlo en lo que sea. Luego ella muy parleta volcó algunas polémicas en la charla, las que muy sutil supo tratar como liviandades. Arribó entonces a la sobremesa el Leitmotiv de su mancomunada sobrevida : la fidelidad. Allí se abarcaron uniones maritales, comparaciones varías (amigos de ambos, padres, famosos), y concepciones sobre el tema con absoluta conformidad verbal. Luego el conejo exhausto la besó en la frente, y mirándola a los ojos manifestó quererla más que nunca, y se fue a la cama. Ella lavó los platos mientras pensó en su padre, luego en su madre, en sus uñas y lo siguió.

Paulina se acostó al lado del conejo y empezó a susurrarle algún mimo. El sintió que debía agradecer la adoración que recibía así que olvidó el fútbol del televisor y la besó con furia, actuando esta vez de libidinoso. Sintonizaron la misma idea y la llevaron a cabo. Ella como siempre comandó el principio de la aventura carnal: Se paró sobre la panza del conejo y le obsequió un pis cargado de pasión, a desparramarse por su abdomen. Este, cada vez más complacido, se puso el disfraz del macho que en verdad era, la acostó de un tirón y le regaló su mejor caca, depositándola en toda su frente. Se separaron un instante para comer los restos de sus desechos que habían alcanzado la sábana. Luego se vomitaron, y alcanzaron al hacerlo, un clímax muy particular.

Cada noche al hacerlo comprendían que ya no les quedaba nada por compartir, y así, muy lentamente, entretejiendo con enfermo escrúpulo un plan a prueba de cualquier destino, Paulina (que no era una mala persona), una madrugada de mayo de 1994 después del coito, convenció al conejo que había llegado el momento de tener un hijo.

JB
 
* Dibujo: Detalle 3 " perder para ganar ". Marcelo Rizzo.

lunes, 28 de junio de 2010

Vertical


 Cuando vio por la tele a un hombre hambriento agonizar, se sintió realmente afligida. Y tanto lo estuvo que la última escena la vio abrazando entre lágrimas un almohadón rosa. Luego resolvió salir al patio a alimentar a su joven Shar-Pei, cuando la frenó en aquel viaje el apacible sonido que soplaba un teléfono naranja. La llamó su vecina, que como todas las tardes la estaba espiando desde su casa marrón, y se llamaba María Julia Gutiérrez y tenía el pelo negro y como ella, quince años; y mientras ésta camuflaba su voz con una bufanda gris le advirtió: "No llores María Pía, es un soldado de mentira", y cortó la muy envidiosa con una rabia candente. Dijo cuanto pudo.

Si bien Pía sospechó que la llamada era de alguno de los numerosos Gutierrez, Julia fue buena impostora y sumergió a su vecina en una incertidumbre tal que no le permitiera levantar el índice y apuntar a su ventana. ¡Además le avergonzaba tanto a Pía saber quién fuera! Se sintió invadida y temerosa, aunque con algo de calma resolvió esperar.

Tomó el culito de un vaso de coca que antes había resuelto tirar a una planta de las que no respiran y luego de abrir cuatro puertas (tres blancas y una última amarilla que llevaba al patio), le acarició la cabeza a Buby y le dejó su mejor almuerzo en un elegante tarro celeste con huesitos verde tilo. Volteó en el regreso para mirar con asco y de un solo saque: el arsénico ventanal de los Gutiérrez, su techo gris plomo, su puerta y su frente, marrones.

Subió luego una escalera cremita que la depositó en su cuarto. Una vez allí abrió el cajón de su mesa de luz violeta y le amputó una pirámide a un gigantesco Toblerone azul, la que mientras siguió contemplando desde su balcón y ya sin miedo la casa de los Gutierrez, saboreó intranquila.

(Una paloma de un blanco marfil hacía una caca amarilla milanés desde una antena, sobre el desteñido techo gris de los Gutierrez).

En alguna ocasión, cuando los Iberlucea compartieron un té con los Macmananan (padres de María Pía), Teresa, una descontracturada arquitecta con muchos rulos y anteojos de Woody Allen, comentó al oído a su marido - "María Pía es una chica muy buena, sólo que no sabe lo que dice", algo que su esposo no pudo asentir ni refutar, ya que como solía pasar, en su mente repiqueteaban otros asuntos: como las piernas de María Pía y su mamá, como el valor de sus cosas y las del resto, como algún detalle de su imagen y la de los demás. Insistió entonces Teresa, codeando a Hugo Iberlucea, y nuevamente se sintió evadida.

De fondo se seguía oyendo a María Pía en una efusiva cháchara con su novio, Tomy Magenta, mientras miraban en directo por tevé una manifestación de estudiantiles encapuchados. Blasfemaban contra el asunto, con férrea unanimidad y debilitadísima comprensión.

Buby, el perrito de Pía, era uno muy negro, como los libros que heredaron sus padres.

JB

jueves, 15 de abril de 2010

Simbólicas sugerencias para la 17ma contra Huracán de visitante: invierno ; noche ; lunes ; 14º posición en la tabla ; fin de mes

Nulas chances de campeonar como de irse al descenso. Es una ceremonia pasional sin precedentes, como todas las que has pasado y las que seguramente pasarás. Sentate y mirá a los lados corroborando lo previsto. Más temprano escuchaste que por lesión de uno de los zagueros, debuta un pibe de la cuarta que ni te acordás cómo se llama (detalle que seguramente te hará recordar este partido con más o menos lucidez, dependiendo de cuán dichosa sea la carrera del juvenil debutante). Te piden un cigarro cuando te ven prendiendo el tuyo, lo convidás. Mientras tirás el humo mirá para arriba y después para abajo intentando paliar el dolor de un cuello encorvado por el viaje, suponé lo estúpida y heroica que es al mismo tiempo tu aventura. No te nubles pensando en qué actividad en lugar de ésta pueda ser racionalmente sustancial para tu camino, al que por tu naturaleza entusiasta y emprendedora siempre querrás enmendar, buscándole venturosos destinos. Consolate en cambio soñando la mejor recompensa: imaginate caminando por La Quema cantando, festejando los tres puntos, buscando tu bondi, tu auto, o lo que fuere que te devuelva a casa. Olvidate del hijo de puta del marcador de punta izquierdo, el ser más peligroso para tu arquero. Tu novia es, si sos fiel a tu lema, una terrible puta. No pienses tampoco en ella. Tu vieja andará bien como toda tu familia, así que dale, seguí fumando el cigarro y contemplá la escena. Un poco de charla con los que viajaron con el privilegio de tu companía está bueno. No mucha. No dejes que te coman el bocho. Vos creés que si en lugar del negro jugara el blanco y si bajara un poco el petiso a recibir, y si sacara al muerto del ocho y en su lugar pusiera al flaco (que quizás no vaya ni al banco), que es un pecho frío pero es el único que hace jugar, las cosas caminarían solas. Comentalo. No descreas luego en tu teoría aunque recibas como única respuesta un "aha" o un "puede ser" que desinteresado, pretenda desacreditarte. Y menos te apichones cuando un boludo te contradiga. Vos sos el que más entiende de ésto. Dalo por hecho. Apagá el celular y putealo mientras hace el ruido con el cual siempre se despide. Mandalo a la mierda para que sepa que a vos ahora no te importa nada, que estás donde querés estar y que no querés que nadie te rompa las bolas. No te hagas la cabeza tampoco con ese gordo que está ahí con el hijo, justo arriba tuyo, y que está hablando boludeces cuando todavía ni arrancó el partido. Tenés la desgracia de haberlo descubierto en La Paternal cuando recién arrancaba el torneo y ya rompía las bolas aún cuando las cosas no largaban ni la mitad de olor a mierda que el que el hoy se huele, cuando todavía era algo misterioso el rumbo del equipo y pocos se animaban a bajar caña, porque el asunto aún estaba muy verde. Aquella tarde empataron cero a cero, y si bien estaba al doble de distancia, el gordo fue gran responsable de tu cara de orto cuando terminó el partido. De todos modos no te muevas de lugar si temés que ésto puede interceder en acontecimientos futuros. Si te surge, en el momento que creas preciso, comentale al robusto que sería mejor que se tome las cosas con más calma, que no es recomendable ir a la cancha a decir lo que todos conocen: que los jugadores juegan por la guita y que sacando éste o aquel otro son todos unos hijos de re mil puta. Si tenés ganas convencelo de que lo único que va a lograr es ponerse aun más nervioso, bajando así unos peldaños en la eterna cuesta arriba que tiene el hombre en la vida mientras busca reencontrarse con la prudencia que alguna vez supo tener, y que recobrará recién al final del camino. Hacelo, si te place, por prevención, pensando en la mala influencia que está siendo para su hijo. Torcele la mente siempre y cuando puedas y tengas ganas de hacerlo. Sólo si te apetece y estás convencido ¡Despertalo!. Pero si en cambio tomás una postura filosóficamente correcta o al menos previsora y descreyendo de toda superstición bajás unos escalones para cortar por lo sano algo que pueda llegar a exacerbarte; si hacés esto y su voz ronca sigue pegándote duro en al menos uno de los oídos; si percibís que esta molestia crece y que el gordo al no ser reprobado encontró un hueco que le dio confianza para seguir maldiciendo y hacerlo cada vez con más vehemencia; si sentís que el ruido se agiganta colmando tu continente de rabia; si padeces el desahogo del gordo en carne propia como una tortura punzante, y si ya estás alucinando que su fin no es otro que cagarte la vida a VOS, no lo dudes, date vuelta y mandalo bien a la concha de su madre. Decile que se deje de romper las pelotas y que no vaya a putear a la cancha, y mucho menos a tirar mala onda. O al menos que no vaya a no parar nunca de putear o a nunca dejar de ser tan negativo, cagón e insoportable. Y atenete a las consecuencias, resistilas o disfrutalas, depende como te manejes con ese tema, el de la violencia física, el de la lucha cuerpo a cuerpo.
Decile también que lo tenés junado y fijate qué pasa. Suerte.

Si elegiste una aventura que te permita continuar la historia puedo recomendarte además que pienses al menos un minuto qué lindo es lo que estás haciendo; que sientas orgullo por estar allí, conciente que nada que verdadera y sanamente te apasione, es digno de ser postergado. Que lo demás puede o no esperar, y si no puede hacerlo es porque no merece tu presencia. Que la elección la tomás vos y que amás a la inercia que te coloca siempre en el mismo lugar: detrás de esos colores. Detrás de esos colores encontrarás una grata companía. Sino me creés mirá, ahí sale tu equipo a la cancha: Encabeza un capitán que toca el pasto y se persigna, lo sigue el tres (que es un desastre y lo tenés montado en un huevo), atrás de éste lo hace tu preferido, (el que más bancás porque sabés que es del club y quiere la camiseta, que pocas veces lo dice, pero siempre lo demuestra); salen también el arquero, el pibe que debuta, el petiso comilón que no le hace un gol a nadie, el hábil pero intermitente, el rudo pero tribunero, y todos los demás. (Nadie es perfecto). Fijate, sentilo, mirá ahora sí a la gente de otra manera, olvidate del gordo melancólico y observá todos estos hermanos que la vida puso a tu lado, con quienes tenés una causa, una dignísima causa en común. Sentí entonces a tus familiares clamar el nombre de tu equipo, y gritá vos también junto a ellos sin quebrarte en el intento. Y si tenés que callar sin alternativa, porque una lágrima está por vencer resistencias y pide luz, sólo aplaudí o hace lo que quieras. ¡Relajate! ¡Deleitate! Aprovechá ese cosquilleo, disfrutalo, y gritalo cuánto te plazca, es tuyo y fuiste en busca de él. No pretendas que te entiendan aquellos que no saben de ésto, quizás no tengas motivos para argumentarlo. O quizás sí. Como última sugerencia te propongo que para hacerlo sólo expliques como te salga que esos tipos, los futbolistas, llevan algo que te pertenece,y que mal o bien defienden algo que fue, es y será parte de tu historia: Tus colores. A éstos, nunca los abandones.

JB

martes, 30 de marzo de 2010

Naturaleza muerta


Efímero como una frutilla cualquiera, 
cerrado como un kiwy,
de poca monta, cual fideos con manteca,
y trasnochado como un whisky.

(Supe que el insomnio era un hecho y bajé la guardia)

Luego me ví molesto como semilla de sandía,
inoportuno como soja envuelta en pan rayado;
adulterado como un dulce de bajas calorías,
y aguafiestas, como berenjena, envuelta en pan rayado.

Amargo como la radicheta,
pero mudo como el damasco.
Mortal como la acelga
y muerto como el churrasco.

¡Listo como el puchero!

Insípido como la lechuga,
quebradizo como el puerro,
derrotado como una uva,
desestimado como el berro.

¡Opaco como limón muerto!

Furtivo como el ajo,
lascivo como el maní,
imputable como los pickles,
regalado como el perejil.

Despreciado como el último pan lactal; Destruído como el primero.
Impuro como papa limpia; barato como papa sucia.

(Mi agonia quizás sea tan larga como la del zapallo)

¡ Aquella mañana me dormí tan acabado y triste que sólo imploré que no me crezca un gusano !
            JB

martes, 2 de marzo de 2010

Franca ENVIDIA


Osteocitos, osteoblastos, osteoclastos y algunas células osteoprogenitoras para tarso, metatarso y falanges.

Luego músculos varios: extensor largo de los dedos, gemelo, tibial, algunos de ellos.

Tendones (también varios) , quedémonos con el de Aquiles.

Tejido celular subcutáneo y piel; La más gruesa piel para pisar pisos.

Toda ésta organización da las gracias a una congregación vasculonerviosa que le otorga vida y movimiento.

¿ Y qué tan alto podes saltar festejando un nuevo par de zapatos ?

¿ Y cuánto tiempo pasará hasta que quieras saltar por otros ?

¿ Y cómo conseguir tanta satisfacción recubriendo dos veces un pedazo de cuerpo ?

Siento, como nunca antes, una envidia calamitosa.
                                 
JB

La tarde de las mil variantes


Sobre que no tenia una tarea sencilla aquella tarde, no tuvo peor idea mientras caminaba hacia su objetivo, que darle lugar a la inoportuna ocurrencia que lo llevó a pensar que el hombre, en cada momento de su vida, está a punto de perderlo todo. Y aunque podría haber formulado dicha hipótesis a la inversa, el miedo (que todo gobierna) no quiso que así fuera, y con un deseo agudo de ser tragado por tierra, continuó su camino.

Dos cigarros en cinco cuadras debe de ser mucho -pensó- y ese detalle también le recordó su estado de ánimo. No hay quién haya propuesto que en tales circunstancias lo mejor sea echarse atrás. Todos hablan en cambio de una valentía que dignifica, pero poco se dice de la honda e innegable angustia que padece el supuesto "héroe" vía a su destino. No puede uno actuar naturalmente cuando está apresado a un malestar de este tipo y mucho menos ser tan virtuoso como la situación lo requiera, o su imaginación lo exigiese.

Por lo tanto es plausible adjudicar estas proezas a la caprichosa y recíproca curiosidad por quien aguarda en una esquina nuestro arribo; a la imperiosa distracción del prejuicio (consecuente a la seducción) y a la humilde ternura con la cual pueda el pudor ser compartido.

Pensó también las mil variantes. Si ser puntual o llegar tarde. O temprano. Qué ponerse. Qué decir al saludar ; Una infinidad de pormenores que, claro, no quisiera nunca haber tenido en cuenta.

Esto debe sentirse así -se resignó iluso- y no tuvo más opción que librarse a lo que pudiese llegar a pasar, descargando toda fuerza e implorando toda fé en algún improvisado amuleto, que dentro de uno de sus bolsillos, sería su única companía.

                                                                                                            JBP 2/3/10

miércoles, 17 de febrero de 2010

MANDIOCA

" Esa banda que pela charla seria y conclusiones que los incluyen a partir de la miga del pan del mediodia es medio pija para mi gusto "
                                                                             
                                                                - Luciano Lahiteau -

lunes, 8 de febrero de 2010

La cucaracha (una aflicción particular)


Nacemos dependientes pero en un estado de libertad absoluta del pensamiento. Nuestra cabeza es todavía ilimitada en sus posibilidades. Todavía no conocemos perros que muerdan, gatos que arañen, arañas que piquen, picanas eléctricas, cucarachas que se metan adentro de orejas ...
                                       - by loli -        

Pocos tormentos comparables a la angustia que transita esta mujer, motivada en buenos tiempos por el arte.
Lejos de poder plasmar sus inquietudes sobre algun soporte, imposibilitada de volcar su impresión ínfima sobre algún papel, contempla en cambio a la realidad (que nunca va a ser otra) como espantada de sí, derrotada ante su desánimo.
Los ruidos, la muchedumbre, su inusual desencanto por la duda, harán que este día y los que vengan sean como gotas que en la absoluta quietud, y de forma tortuosa, perturben su mente cansada, distante, amainada.

Que el cantar de los pájaros, el deporte, la mística congruencia humana de los prósperos encuentros ocasionales, la religión, el ineludible pesar del querer, y otros asuntos que son para ella de vital trascendencia, sean subestimandos y queden en manos del habla, poco podrá complacerla. No aceptará verdad alguna, ya que su mundo se entreteje de versiones, no así de defininendums que preceden al definiens en vergborrágicas gargantas que nunca consideró y ahora detesta.

De igual modo no encontrará distancia alguna entre el siquiatra y el curandero. Y las palabras de quienes ella consideró maestros en su universo, aunque valiosas, no serán de mayor jerarquía que las que pueda emanar cualquier otro personaje que aparezca en su vida de forma repentina. No podrá oirlos.
No podrá oírlos y no podrá muchas otras cosas mientras no logre pintar la cucaracha que lleva dentro. La que amorfa se coló por sus orejas, la que cobró alguna apariencia en su balero y la que ahora necesita escupir.

Velazquez, dicen, pintó el aire. Tal vez murió muy triste, soñando pintar un Motorola v4590/x con fotografia digital ultraóptica, que devele hasta el más recóndito de los defectos dérmicos; los cuales no dejarán nunca de ser resultado de las inclemencias de la vida misma, se supone bien ligadas al cantar de los pájaros, al deporte, a la mística congruencia humana de los encuentros ocasionales, a la religión, al ineludible pesar del querer y a cualquier otro objeto, que cuanto más animado sea más incomprensible.

- Bendita aquella tarde -pensó- que indian girl hizo que pinte mi indian girl

Ante cualquier pronóstico sugiero: Nadie que porte un pincel, una trompeta o cualquier otro elemento de dicha estirpe podrá entonces descansar en paz.

 JBP
febrero/2010

La imagen es un detalle de "la ciencia nunca prueba nada" por Marcelo Rizzo

sábado, 6 de febrero de 2010

MAS FELIZ QUE LA MIERDA


" Mi alma borracha de vino, es mas triste que todos los arboles de navidad muertos del mundo "

-Charles Bukowski-